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El Art Decó se aplicó en diversos campos, como fue la escultura o la joyería.
En el aspecto del diseño, se crearon nuevos carteles, que implicaban el producto con el cual se iba a comerciar y el rótulo, basados en una profunda estilización. Uno de los grafistas más importantes de esos años, llegó a París en 1915, encargándole una serie de carteles publicitarios, la espontaneidad de ese nuevo cartel francés y la facilidad con que consiguió sintetizar ideas y conceptos en unas imágenes modernas, directas y de extraordinaria capacidad de retención, seducen a los industriales y comerciantes europeos caracterizados por el instinto emprendedor de la década. La poética fuerza presente en la serie de carteles para compañías navieras, entre los que destacan la majestad del «Normandie», cuya imponente mole aparece contrapunteada por una delicada bandada de diminutas gaviotas; el formidable poder sugestivo de los elementos ferroviarios y navales más comunes: raíles, agujas, chimeneas, semáforos, bielas, ruedas centelleantes, vapor, etc. Todo ello forma parte ya de la historia del cartel publicitario moderno. El estilo directo de los diseños de Cassandre, sus formas simplificadas y las siluetas recortadas satisfacían la atención de la época, por el gusto a los viajes, a la velocidad y al lujo.
La joyería fue un punto importante, muchas marcas francesas se dieron a conocer por sus accesorios destinados al mercado de lujo. La extravagancia de sus diseños y la utilización de nuevos materiales tuvieron gran repercusión.
Se utilizaron materiales exóticos, platino, diamantes y cristal de roca entre otros favoritos combinados con ónice negro, lapizázuli de color intenso, jade verde manzana, piedras preciosas pulimentadas y sin tallar como las esmeraldas, záfiros y ribíes. Entre otros, Salvador Dalí impresionaba con sus diseños extravagantes, como los aparatos de teléfono en forma de langosta o las butacas con la forma de los labios de Mae West. Lo que pretendía era sorprender y divertir, y una clara búsqueda de novedades.
