Envuelto en gruesas pieles y capas de grasa para luchar contra el agrio frío del ártico, el oso polar vive y caza en las tierras cercadas por la nieve y en caudales de hielo que rodean al Polo Norte. Un consumado nadador y un depredador solitario -lo es en los caudales de hielos de su dominio-, lo que le puede llevar más allá de su lugar de origen.
El oso polar habita las costas árticas e islas de los cinco países que rodean el Polo Norte: Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Noruega y Rusia. Es la única especie que aún abunda en niveles originales, alrededor de 20.000 en libertad. Sin embargo, incluso en el prístino entorno ártico, los osos polares está amenazados por la propagación de compuestos químicos que destruyen las hormonas y por el recalentamiento del planeta. Esto afecta al ecosistema bordeal del hielo polar, el hábitat de las morsas, focas, pingüinos y osos.
El recalentamiento del planeta podría estar teniendo ya un efecto negativo en los osos polares. Según un estudio de los Servicios Canadienses sobre la fauna y flora silvestres, se ha ido reduciendo el número de ejemplares en la Bahía Hudson de Canadá.
El hielo de la bahía se está derritiendo una media de tres semanas más rápido que a mediados de la década de los 70. Esto obliga a que el oso polar retroceda bastante en tierra firme antes de que hayan podido rellenar sus reservas de grasa nutriéndose de cachorros marinos que viven en el hielo.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente trabaja con los gobiernos para designar zonas protegidas especialmente para la fauna y flora silvestres en todo el mundo. En 1973, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca, Noruega y la ex- Yugoslavia firmaron el Acuerdo Internacional sobre la Conservación de los Osos Polares y de su Hábitat. El objetivo es proteger los ecosistemas de los osos, especialmente sus zonas de guarida y de alimentación y sus rutas migratorias. El acuerdo prohibe la caza desde aviones y desde motoras.
A pesar de todo, los osos polares corren peligro de ser cazados y también peligra la alteración de su hábitat a través de exploraciones petrolíferas.
Como parte del esfuerzo mundial para proteger la biodiversidad mundial, el PNUMA controla uno de los acuerdos de conservación más importantes, la Convención de sobre el Comercio Internacional de Especies amenazadas de Fauna y Flora silvestres, conocido como CITES. Aprobada en 1973, se convirtió en ley internacional dos años más tarde.
Más de 150 gobiernos han ratificado el tratado, que ofrece una amplia protección a más de 35.000 especies de animales y plantas, dependiendo de su condición en la Naturaleza y de las consecuencias que el comercio internacional tenga sobre ellos. CITES prohibe el comercio internacional de especies en peligro de extinción como los leopardos, los tigres, los grandes simios, muchas tortugas y aves de presa. También da protege a otras especies que no están amenazadas pero que pueden correr serio peligro a menos que se regule estrictamente el comercio internacional.